Lámparas halógenas (QTH: lámparas halógenas de cuarzo-tungsteno): sirven para fraguar a la mayoría de las resinas compuestas. Requieren de gran potencia y tienen una duración limitada, por lo que brindan un tiempo de exposición prolongado, lo que ocasiona una elevación importante de la temperatura, por lo que es necesario colocarles un sistema de ventilación.
Lámparas de plasma: estas lámparas emplean filtros que reducen su amplitud de onda y trabajan con densidades lumínicas elevadas, generando mucho calor, por lo que la polimerización es acelerada. Pero debido a su amplitud de onda, es reducido el número de resinas que activan.
Lámparas por emisión de láser de Argón: su longitud de onda es fija y la intensidad elevada. Por tanto sólo sirve para determinadas resinas y el fraguado es muy rápido, por lo que las moléculas del material experimentan dificultades de organización espacial.
Lámpara de polimerizar LED (de emisión de diodos): su longitud de onda no requiere filtros. La potencia no se obtiene por el calentamiento de filamentos, sino por efectos mecánicos, por lo que no producen calor. Por ello su vida útil es prolongada. Además, al carecer de ventiladores, no emiten ruidos y su limpieza y mantenimiento es sencillo. Sumado a esto, el consumo energético es muy bajo, permitiendo el uso de baterías, lo que también las hace más cómodas y ergonómicas, pues carecen de cables.
La polimerización con las lámparas led puede ser más lenta que con las lámparas halógenas, pero los resultados son similares y la comodidad en la manipulación de las primeras es superior.
En definitiva, el rendimiento de las lámparas led es muy similar al de las halógenas, pero se ha logrado una polimerización a mayor profundidad con la tecnología LED. Aunque las microfiltraciones son mayores en las lámparas LED. Pero en contraposición con esto, tenemos que el bajo aumento de temperatura implica menor daño pulpar durante el tratamiento, lo cual es un dato a tener muy en cuenta.