Uno de los mayores expertos internacionales en seguridad del paciente y control de infecciones asegura convincentemente que no esterilizar la pieza de mano es una conducta de alto riesgo para la salud de nuestros pacientes y para nuestra carrera profesional.
Las autoridades sanitarias, las instituciones académicas y muchos dentistas han pasado por alto durante años algo inaudito: que la pieza de mano no se lavase antes de introducirse en la boca del siguiente paciente.
Lo cierto es que todo paciente debe ser atendido con instrumental estéril, ya que los instrumentos dentales contaminados exponen a los pacientes a peligrosos patógenos.
En las tres últimas décadas, se descubrió saliva y sangre en los mecanismos internos de las piezas de mano de alta y baja velocidad y se propuso un nuevo estándar industrial para fabricar estos instrumentos con materiales que permiten su esterilización mediante vapor a presión.
Sin embargo, en muchos países los dentistas no cumplen con la esterilización obligatoria de la pieza de mano, algo necesario para el ejercicio una odontología segura.
Aunque las autoridades gubernamentales de salud publican y actualizan normas para la prevención y el control de las enfermedades bucales, no vigilan el cumplimiento de la normativa y permiten la comercialización de piezas de mano no esterilizables.
Pocas facultades de odontología instruyen a sus alumnos sobre la selección, compra y uso de piezas de mano esterilizables, los procedimientos de esterilización y mantenimiento. La mayoría no obligan a esterilizar la pieza de mano entre pacientes, aun cuando casi todas tienen centros de esterilización equipados con vapor a presión.
En ausencia de una política para la seguridad de los pacientes en las clínicas de enseñanza, los estudiantes de odontología continuarán adquiriendo los instrumentos más económicos, aun cuando no puedan ser esterilizados.
La razón para no esterilizar la pieza de mano es de índole tecnológica. Las piezas de mano de alta velocidad, impulsadas por aire y refrigeradas con agua, salieron a la venta a mediados del siglo pasado y durante cuarenta años su tecnología y materiales cambiaron poco. Muchos dentistas aprendimos a trabajar con versiones primitivas de estos instrumentos y nunca pensamos en esterilizarlas, pues sus componentes no resistían al calor. Además, no era común tener autoclaves en los consultorios dentales.
Momento de actuar
Las agrupaciones gremiales deben jugar un importante papel para incrementar el cumplimiento de la esterilización de las piezas de mano.
Los fabricantes y sus distribuidores deben vender únicamente piezas de mano que puedan ser esterilizadas. Igualmente importante es que ofrezcan los lubricantes, refacciones y el plan de mantenimiento que requieren.
Las piezas de mano no pueden ser desinfectadas porque los desinfectantes son corrosivos y las destruyen. Además, la geometría interna, los empaques y el lubricante son barreras para la penetración de cualquier desinfectante.
El impacto económico de ofrecer atención segura a sus pacientes es también motivo de inquietud para el dentista. Una preocupación similar existe en los servicios de endoscopía, ya que los endoscopios no se pueden esterilizar por calor y cuestan alrededor de $20,000 USD cada uno. La tecnología de baja temperatura para esterilizar endoscopios por plasma ionizante cuesta más de $100 USD por cada ciclo de esterilización, y el otro método, el ciclo de gas de óxido de etileno, dura varias horas. Un hospital público en América Latina puede atender a 30 pacientes con media docena de endoscopios en ocho horas. La demanda del servicio presiona al personal para lavar y desinfectar cada instrumento lo más rápido posible. No es sorprendente que en los procedimientos de endoscopía se documente el mayor número de infecciones transmitidas de un paciente a otro por instrumental contaminado.
Muchos dentistas erróneamente argumentan que “no pasa nada” por no apegarse a las recomendaciones del control de infecciones. Pero, los análisis genómicos han documentado casos de pacientes afectados por la transmisión de hepatitis viral en clínicas dentales.
El paciente espera y merece ser atendido con instrumental estéril debidamente procesado: jamás nos otorgaría su consentimiento para ser atendido a sabiendas de que un instrumento contiene sangre y saliva de otros pacientes.